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Ya NADA Será Igual

Ya NADA Será Igual

Columnas viernes 15 de mayo de 2020 - 01:40

Hace un par de días escuchaba la noticia que decía que en muchas partes del mundo los empresarios con enormes corporativos, empresas
con un montón de empleados Godínez (no sé cuál sea el término Godín en Japón, pero de que los hay los hay, incluso allá), se han dado cuenta que
no es tan mala idea hacer home office y que ya no será tan necesario tener esas oficinotas gigantescas pagando un dineral en renta y servicios.
Y de ahí, arráncate compadre para empezar a darte cuenta de que “lo que un día fue, no será”, como dijo el finadito PP.
A ver, esto de la cuarentena ya nos tiene hasta la madre a todos y es imposible detener las actividades de cuajo y sopetón. Lo que hicimos todos
los que tenemos una empresa fue adaptarnos a estar encerrados pero seguir siendo productivos a la nación, excepto Salinas Pliego (él dijo que na nai y que todos debían continuar en sus puestos de trabajo en las empresas del grupo). La historia lo juzgará.
Bueno el caso es que los demás mortales tuvimos que ingeniárnosla para seguir trabajando a distancia… y ¿qué crees, querido lector? Que ¡SÍ SE PUEDE!

Sí se puede seguir vendiendo, sí se puede seguir motivando, sí se puede seguir consultando, sí se puede seguir negociando, teniendo juntas, comprar, vender, etcétera.
Y el que diga lo contrario es que no ha leído a Andrés Oppenheimer y su delicioso libro Sálvese quien pueda.
Tú puedes ser todo lo escéptico que quieras, pero de que las reglas del juego cambiaron eso es innegable y sobre todo inevitable.
Obvio, también olvídate de los besos a las muchachonas de tu oficina por aquello de la Sana Distancia, a dar saludos de mano y abrazos como
si fueras candidato en campaña, a tener esos viajes trasatlánticos estúpidos para tener una junta en Wolfsburg y regresarte al día siguiente con todo lo que esto implica: el desgaste físico y emocional del gordito viajero, el trancazo del jet lag (créanme que existe), el costo del propio viaje, el tiempo perdido, la contaminación y un largo etcétera. Si ya vimos que por una camarita se solucionaeste tipo de reuniones, todos muy puestos y trajeados de la cintura para arriba, a dos pasos de tu baño, la cocina y tu pareja si la hay.

Otro ejemplo palpable es romper el paradigma del servicio a domicilio para restaurantes, más o menos fifís, es decir, en esta cuarentena o servían en las mesas de sus clientes o se quedaban sin ingresos para sus empleados… En resumen esta nueva circunstancia de vida llegó para quedarse.

Ánimo que ya falta menos (no importa cuando lo leas).

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/CR

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