Por Vera Fernández
La aplastante derrota que sufrió el PAN en la reciente elección constitucional de Puebla, se vio reflejada en la poca participación que se registró este domingo para la renovación de la dirigencia nacional.
Aunque Puebla es la tercera entidad con el mayor número de militantes en todo el país –solo después del Estado de México y Veracruz– el desánimo de los panistas quedó asentado en las urnas.
Como uno de los bastiones del partido más importantes a nivel nacional, la entidad poblana concentra 21 mil 578 militantes activos, de los cuales 4 mil 634 corresponden a la capital.
Sin embargo, el único centro de votación que se instaló para los militantes de la ciudad, ubicado en la explanada del Centro Escolar Niños Héroes de Chapultepec (Cenhch), tuvo afluencia a “cuenta gotas”.
Tras la apertura de casillas a las 10:00 horas, dirigentes y liderazgos reconocidos fueron de los primeros en acudir a emitir su voto, en la boleta que contenía los nombres de Jorge Romero Herrera y Adriana Dávila Fernández.
Entre los personajes políticos destacaron la presidenta del Comité Directivo Estatal (CDE), Augusta Díaz de Rivera Hernández; así como el secretario general, Marcos Castro Martínez.
Poco después llegó el polémico exsenador, Javier Lozano Alarcón, quien declaró públicamente su inclinación en favor de Jorge Romero, al considerar que es el perfil idóneo para reconstruir al PAN.
El excandidato a la gubernatura e integrante de la planilla de Romero Herrera, Eduardo Rivera Pérez, llegó acompañado de su esposa, la diputada federal Liliana Ortiz.
También se dieron cita Mario Riestra Piña, Mónica Rodríguez Della Vecchia, Rafael Micalco Méndez y Felipe Velázquez Gutiérrez, todos aspirantes a la dirigencia estatal que se renovará en el mes de diciembre.
No pasó desaparecido el saludo y abrazo que hubo entre Lalo Rivera y Felipe Velázquez, ante las especulaciones que aseguran que el primero impondrá como presidente al segundo, para quedarse con el control del partido.
Durante el transcurso del día siguieron llegando panistas emanados de todos los grupos internos, reconocidos por trabajar en el servicio público. No obstante, poco se percibió la presencia de militantes de base.
Antes de las 18:00 horas –plazo establecido para el cierre de las mesas receptoras– las urnas ya se encontraban desarmadas y los funcionarios de casillas estaban contando las boletas y registrando los resultados.