facebook comscore
Violaciones, atropellamientos, acoso… el calvario de un invidente

Violaciones, atropellamientos, acoso… el calvario de un invidente

Puebla jueves 03 de diciembre de 2020 - 00:12

Las personas con discapacidad visual, que alcanzan un registro aproximado de 18 mil, exigen más atención de los gobiernos, así como empatía de la sociedad.

Por Jaime Carrera

Usan bastón, palpan paredes, se guían por el sonido y son parte del subsuelo de una desigualdad que cala.

Otros de sus sentidos están más desarrollados, pero no ven y eso los excluye todavía más en medio de un entorno de vulnerabilidad de una población que enfrenta una pandemia.

En una crisis sanitaria siempre habrá personas más desfavorecidas, cuyas condiciones de discapacidad, aunado al salvajismo de las grandes y complejas sociedades urbanas, propician una combinación mortal que arrastra años de olvido e indiferencia.

Las personas con discapacidad visual son invisibles o eso pareciera ante la minoría que conglomeran: unas 18 mil personas de un total de cerca de 300 mil con variadas discapacidades, aunque las cifras son inciertas, los hay aquellos sin rostros ni nombres en zonas rurales al interior del estado.

La Asociación Cultural Recreativa y Proyección Social de Invidentes Puebla (ACRIP) tiene contabilizadas a unas 3 mil personas con discapacidad en la capital, 300 de ellas se dedican al arte musical en las calles y se han visto severamente afectadas por la contingencia.

Su sobrevivencia no sólo involucra cuidarse del Covid-19, las precauciones van más allá de usar un cubrebocas o gel antibacterial: se enfrentan a robos, atropellamientos y hasta violencia sexual contrarrestados por el valor de no permitir agresiones ni discriminación.

Transitan en vialidades cooptadas por el comercio ambulante, sin una funcional infraestructura y una deprimente negativa de la ciudadanía para tener empatía, a la cual no exigen apoyos económicos, sólo piden respeto y solidaridad, así como una mayor atención de las autoridades.

“Nosotros no elegimos tener una discapacidad”, afirma Maricela Ávila, quien ante una ceguera total derivada de un glaucoma, se ha visto expuesta a los actos más condenables: un checador del transporte público la acosó e intentó besarla en el Centro Histórico.

“Le acomodé dos bastonazos y le dije: ‘no te hagas el gracioso, no porque veas que soy ciega me vas a faltar al respeto’. Ese chico me abrió mi bolsa, me percaté, oí el ruido del cierre, es más, yo ya tuve un intento de violación saliendo de mi trabajo y la gente no ayuda”, reprochó la mujer.

De hecho, los primeros cuadros de la ciudad son los sitios de mayor riesgo, sin saber si las placas de braille son limpiadas. Y de la zona con mayor plusvalía, Angelópolis, ni hablar, una visita allí para un trámite o por trabajo es un tortuoso castigo entre ciclopistas que asemejan laberintos.

“Definitivamente Angelópolis es una pesadilla, el puente del CIS para una persona ciega, no sabe si va por la ciclopista o por la rampa de la gente, cuando ves ya estás en otro lado que no querías, es peligroso, tan sólo imagínense lo que sentimos”, agregó Alejandro Ramírez, presidente de ACRIP.

Las historias se repiten en toda la ciudad, en cualquier punto. En seis de cada 100 hogares poblanos vive una persona con discapacidad y del total, 48 por ciento registra discapacidad motora, 11 por ciento de tipo auditiva, 6 por ciento visual y 5 por ciento intelectual.

Envie un mensaje al numero 55-11-40-90-52 por WhatsApp con la palabra SUSCRIBIR para recibir las noticias más importantes.

HG/CR

Etiquetas


Notas Relacionadas
+ -