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Unamuno, Borges y las partículas que se bifurcan/III

Unamuno, Borges y las partículas que se bifurcan/III

Columnas lunes 28 de septiembre de 2020 - 01:17

No es posible soslayar la relación turbulenta de Unamuno con el conocimiento científico de su época. En una reseña a la compilación publicada por la editorial Tecnos de sus escritos y reflexiones sobre la ciencia y la tecnología, a propósito de la “europeización” de España, el doctor José Manuel Sánchez Ron, historiador de la ciencia y miembro de la RAE, señala las contradicciones en que incurre el pensador euskadi en su búsqueda franca, sin tregua, y sus aciertos, gracias sobre todo a su impecable lucidez intelectual.

El tono de sus opiniones, imbuidas de romanticismo, de metafísica modernista, no obstante, deja entrever su confianza en aquello que alentara la vida, no importa si viene de la imaginación de un mecánico o de un electricista. Su admiración por Charles Darwin es una prueba de ello. Una anécdota ilustra la manera magistral, imbuida de humor a rajatabla, con que Unamuno se sirve del clisé alrededor de Darwin y la errónea interpretación de que descendemos de los monos, cuando un concejal de su pueblo, al negarse a comprar libros del autor de La evolución de las especies, aduce que “si ellos se evanecen de descender del mono, yo no”.

Unamuno replica: “Y al oírlo, no pude menos que decir: no es lo malo venir de él; lo malo es ir a él”.

Un afiche anuncia las jornadas de Rousseau en la casa de Voltaire (¡quién lo hubiera pensado!), localizada dentro de Ferney, uno de los dos pueblos franceses que hacen frontera con Ginebra y sitio donde se afincó el filósofo francés huyendo de la policía del Rey, luego de su disgusto con el mismo Jean Jacques.

Mientras camino por la casona-museo del locuaz dramaturgo vienen a mi memoria las reflexiones de Miguel de Unamuno acerca de ambos rivales. El autor, junto con su amante, Madame du Châtelet, de la primera traducción del latín al francés de los Principia de Newton, no sale bien parado, aunque Unamuno reconoce que este conservador emboscado, activista de la razón, mundano y diletante, es también ingenioso, ameno, transparente, incluso divertido.

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/CR

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