Todos son culpables, menos yo

Y es tan simple porque todo lo que dice y hace, al menos en público, va encaminado a esa cosa amorfa que el presidente Andrés Manuel López Obrador llama pueblo y que no es lo que se define como «conjunto de personas de un lugar, región o país» y sí está más cerca de la cuarta acepción que la RAE da a la palabra: «gente común y humilde de una población».

La astucia de los asesores del presidente, o del presidente mismo, llevó primero a los legisladores de los partidos que integran la alianza Va por México a presentar una moratoria constitucional para frenar las reformas electoral y de la Guardia Nacional.

A la moratoria, que no fue bien vista por todos, vino una respuesta nada elaborada del presidente: «No es nada nuevo, es lo que han hecho, estar bloqueando, no proponen nada, no ayudan, se dedican a estorbar, 'mucho ayuda el que no estorba', pero no quieren cambiar, siguen con sus estrategas, sus asesores, politólogos, expertos, imagínense decir 'vamos a bloquear una reforma electoral', ¿qué provecho tiene eso?»

«Mucho ayuda el que no estorba» es apenas una variante del «si no ayuda, no estorbe» que escuchamos en cualquier mercado o centro de trabajo cuando alguien está en desacuerdo y no se tiene ánimo de hacer algo tan básico como negociar, explicar y convencer.

Quizá en su candidez de escritorio, los dirigentes de PAN, PRI y PRD pensaron llevar al presidente al límite de recurrir al decreto y que ahí lo iban a acorralar, pero se les revirtió con un razonamiento simple: si están en moratoria legislativa, ¿para qué recurrir a ellos?

Dicho de otra forma: «si no quieres trabajar, hazte a un lado que de todas formas lo voy a hacer».

Y si la cosa se complica, ya está lista una andanada de calificativos que no fallan, pero sí joden: son adversarios, vendidos, corruptos, traidores a la patria, defensores de los intereses extranjeros, fifís, aspiracionistas.

Viene entonces, dada la moratoria legislativa y la negativa del presidente a que se le cambiara una sola coma a su iniciativa, el decreto para que la Guardia Nacional dependa por completo de la Secretaría de la Defensa Nacional, porque «tengo un bloque opositor que no ayuda en nada».

En contra de los legisladores jugó, además, que durante años se ha cultivado la idea de que no trabajan, de que son levantadedos, de que van a las sesiones a dormir, de que son faltistas…, y es que tampoco se les ve mucha disposición a cambiar esa percepción alimentada con su moratoria.

A la gente que vive todos los días sometida a los designios del narcotráfico, nada le importan los decretos ni que el ex presidente Vicente Fox llame «tramposo dictador» a López Obrador, porque el crimen y la inseguridad nos está respirando en la nuca absolutamente a todos..

Nos estamos permitiendo, todos, perder la escasa y democrática libertad que nos queda. Porque también podríamos obligar, como sociedad, a que los actores políticos negocien, y busquen otras alternativas que no sea militarizar nuestra vida. ¿Es mucho pedir?

La disputa por presidir la Mesa Directiva del Senado de la República está al rojo vivo entre José Narro Céspedes y Alejandro Armenta Mier y, nos cuentan que si se llegara a empantanar, una salida emergente sería colocar en esa posición a Higinio Martínez Miranda, como una especie de premio de consolación al ser arrollado por el Delfina Gómez en la definición del candidato de Morena a la gubernatura del Estado de México.

A propósito de que el financiamiento a los partidos en 2023 aumentará en 411 millones 659 mil 094 pesos con respecto de 2022 al pasar de 5 mil 821 millones 851 mil 704 pesos a 6 mil 233 millones 510 mil 798 pesos, ¿alguien sabe si Gerardo Islas Maldonado, presidente del extinto partido Fuerza por México, ya regresó los 33.9 millones que tomó, sabrá Dios para qué, de manera indebida?