Tiraditos

•En la historia del famoso oficio que el gobernador Luis Miguel Barbosa Huerta decidió colgar en el recién inaugurado Muro de la Insensatez, hay otro personaje central: René Sánchez Galindo, quien antes de ser un rijoso activista de Morena era un creyente del bien común y los ultraconservadores. No se sabe a ciencia cierta cuándo decidió cambiar el rosario por el morralito de ixtle y sus zapatos Ferragamo por unos huaraches, pero un buen día apareció ilusionado en cambiar el mundo a través del nixtamal (era cabeza del movimiento Sin maíz no hay país). Esa carrera lo llevó a conocer a otra idealista de banqueta: Claudia Rivera Vivanco. Los años pasaron, la amistad se fortaleció y cuando Morena arribó al poder, Sánchez Galindo se convirtió en uno de los consentidos de la presidenta. Esta influencia le ha permitido sortear el enojo de sus compañeros de gabinete que lo acusan de llegar tarde a la oficina e irse antes de la comida. Sánchez Galindo fue uno de los que recomendó a la alcaldesa irse a la guerra contra el barbosismo. Un detalle adicional: Renecito sueña con la silla de su jefa y anda emocionado porque dice que ya se la prometió.

•Una de dos: Esteban Moctezuma Barragan es un hombre sumamente desinformado o alguien lo está engañando. Resulta que el titular de la SEP federal anunció que el programa de clases desde casa utilizará el método de educación a distancia y la televisión para llegar a los estudiantes. 9 de cada 10 alumnos, dijo, tienen acceso a este aparato. Eso es correcto. El problema es que sólo seis de cada 10 tienen acceso a internet, lo que significa que sólo el 60 por ciento de la población escolar podrá acceder a la capacitación completa. Si algo demostró la pandemia es que hay una brecha digital enorme y que el país está muy lejos de poder acomodarse con éxito a la vida online. ¿Y qué cree? Los pobres son los que saldrán más perjudicados, para no variar. ¿En verdad tendrán éxito?

•¿Quién se encuentra detrás del grupo de trabajadores del Hospital del Norte que decidieron recurrir a un amparo para exigir a la Secretaría de Salud estatal que les dote de los insumos y equipo necesario para atender a pacientes con Covid-19? La duda salta a la vista ante varios hechos: los inconformes son población de riesgo -por ser mayores de 60 años o tener alguna comorbilidad-, se encuentran encerrados en su casa sin trabajar y gozan de su sueldo completo; ninguno de ellos está asignado a la atención de pacientes con el virus y mucho menos han estado en contacto con las personas contagiadas. ¿Qué oscura mano los está alentando para ir a un pleito en el que no tienen ninguna vela?