No hay duda de que, como sucede en prácticamente todas las áreas, la tecnología en el automóvil avanza a pasos agigantados y uno de los componentes clave en el ámbito dinámico de cualquier vehículo y que ha cambiado es su suspensión, que ha pasado de elementos elásticos e hidráulicos a sistemas realmente complejos, como la suspensión adaptativa.
Recordemos que el sistema de suspensión se define como el conjunto de elementos que mantiene el contacto entre el suelo y las ruedas del coche, lo que mejora la adherencia del auto, la respuesta de la dirección y los frenos, conceptos que contribuyen a una mayor estabilidad y control. Pero el sistema de suspensión también es el encargado de absorber las irregularidades del camino, proporcionando confort para los pasajeros.
Ante ello, los ingenieros que diseñan suspensiones se enfrentan a varios desafíos. Por un lado, una suspensión dura mantiene en todo momento el contacto del neumático con el asfalto y evita el balanceo excesivo de la carrocería, sobre todo en las curvas.
Por el otro, una suspensión blanda es más cómoda, pero también mucho más inestable. Con un sistema de suspensión tradicional el reto se encuentra en lograr el equilibrio perfecto, ajustando con detalle resortes, amortiguadores y barras de torsión.
Para superar estas dificultades, los ingenieros han desarrollado sistemas complejos, como las suspensiones adaptativas, que permite al conductor realizar pequeños ajustes en función de las circunstancias. Para ello, basta con presionar un botón para adaptar el comportamiento del coche a un asfalto en perfecto estado a una carretera de curvas llena de baches, aunque en ejecuciones más sofisticadas, el sistema lo hace de manera automática. Hasta hace poco esta era una tecnología reservada para vehículos de alto rendimiento, pero cada vez es más frecuente verlas en más vehículos.
TIPOS DE SUSPENSIONES ADAPTATIVAS
En primer lugar, encontramos la suspensión adaptativa magnética. La mayoría de los vehículos equipados con este tipo de suspensión tienen ajustes electrónicos preestablecidos, con diferentes niveles de rigidez, pero de todas formas el sistema monitorea constantemente la superficie de desplazamiento y el comportamiento dinámico del coche.
Este sistema, también conocido como MagneRide, suele utilizar un diseño de monotubo relleno de fluido magnetorreológico. Este líquido, cuyo nombre parece trabalenguas, consiste en una mezcla de aceite sintético y partículas de hierro, con un tamaño de milésimas de milímetro.
Para endurecer la suspensión, dicho líquido se somete a un campo magnético de una o más bobinas instaladas en el amortiguador, lo que provoca que las partículas de hierro se alineen y generen un estado casi sólido del fluido. De esta manera impide el movimiento del pistón del amortiguador, consiguiendo, en otras palabras, rigidez en todo el conjunto.
Por otro lado, en el caso de las suspensiones adaptativas activadas por válvula, en lugar de alterar las propiedades del líquido, simplemente utiliza una válvula para controlar el flujo que circula por el pistón del amortiguador, con lo que la conducción será más rígida mientras más restringido sea el flujo del líquido.
Del mismo modo que sucede con los amortiguadores magnéticos, estos sistemas cuentan con configuraciones preestablecidas, pero la optimización de su comportamiento es constante, ya que diversos acelerómetros y sensores de altura de conducción envían sus lecturas al control del amortiguador y con ello puede variar la rigidez, por ejemplo, para prepararse previo a la entrada a una curva.
Finalmente llegamos a las suspensiones adaptativas neumáticas. Esta configuración suele utilizarse en vehículos todoterreno y de carga. En este caso, en lugar de resortes, este sistema utiliza cámaras de goma inflables con aire a presión. A medida que la membrana de caucho se infla o desinfla, se sube o baja la altura de conducción del vehículo, así como la rigidez en la amortiguación.
Para su funcionamiento, este sistema requiere de un compresor, que suministra aire a un depósito; cámaras de goma inflables y sensores que ayudan a ajustar la altura de manejo del vehículo en cada esquina.
CUIDARLA DEPENDE MUCHO DEL CONDUCTOR
Más allá de evitar pasar los topes sin frenar, sortear baches en el asfalto sin cuidado o sobrecargar el vehículo, es fundamental que como conductores revisemos la presión de inflado de las llantas. Esta es probablemente la tarea de mantenimiento más fácil de realizar, pero también una de la más importante. Los neumáticos inflados con la presión adecuada ayudan a proteger el resto de la suspensión de daños.
Recuerda que no inflarlos lo suficiente te costará dinero en combustible adicional y, a la vez, perjudicará el manejo y el rendimiento de frenado. Si los neumáticos no tienen el aire que necesitan, el carro ni siquiera será seguro para conducir, de modo que comprueba la presión al menos una vez al mes y antes de realizar viajes largos.
Cuando compruebes la presión de aire de los neumáticos, revisa también la banda de rodadura, para conducir con seguridad. Ten cuidado con el desgaste desigual, pues significa que hay otro problema, que suele ser derivado de una mala alineación.