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Siroco

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Columnas jueves 04 de junio de 2020 - 01:39

Y ahora los aires.

Ya van dos noches seguidas que despierto en medio de la madrugada pensando que voy bordo de un barco de madera. En realidad nunca me he subido a ninguno, pero imagino que esos ruidos que me despiertan, son lo más parecido a una experiencia náutica en altamar.

(El sonido de muchos árboles moviéndose al viento resulta parecerse demasiado al de las olas).

Pero entre tanto oleaje, yo estaba seguro de escuchar algo más: un crujir de maderas viejas.

Primero no sabía de qué se trataba, pues era un rechinido como el que hace una lancha anclada cuya madera se hincha de vez en cuando. Pero en Huexotitla no hay lanchas hasta donde sé, ni mar, por supuesto. Nada tenía que ver, tampoco, con el parque que descansa atrás de mi casa, ni con sus árboles, pues se escuchaba demasiado cerca, casi al pie de mi ventana.

Mucho menos tenía que ver con los objetos que forman parte de cualquier casa: tendederos, antenas de televisión satelital, cochinas de gas o láminas de algún plástico para techar algo con premura.

¿Serían las ramas de la bugambilia? ¿El fantasma del río que ahora es bulevar?

Pues después de una investigación a fondo descubrí que el crujir de maderas viejas que interrumpió mi sueño ayer, era producido por la palmera africana del jardín, que, con tanto viento, se movía —y crujía— más que nunca.

Yo no sabía que cuando una palmera jarocha se mueve a los aires, sus ramas suenan igual que un barco de madera moviéndose en la tormenta; mucho menos sabía que, tantos árboles, movidos al aire, suenan igual que un gran oleaje.

Cuando terminé mi investigación nocturna —en pijama—, di gracias al viento por haberme traído a Veracruz a mi ventana.

***

Pero también el viento trajo al mes de noviembre mucho antesde lo acordado. Lo anterior me lo dijo mi amigo Hugo Hernández, hace unos días, pero debo confesar que me pareció exageradísimo su comentario.

Hoy le di la razón: salí muy temprano de mi casa, y entre el arranque lento que suelo tener a esas horas y la pérdida de noción temporal que nos ha regalado el confinamiento, yo juré, por un segundo, que me había dormido cinco meses y había despertado el 25 de noviembre.

Qué frío, qué aire, qué ansiedad.

¿Se imaginan que por un segundo haya podido ver el futuro?

Pues les traigo malas noticias: en noviembre de este año sigue gobernando Andrés Manuel, no se ha encontrado la vacuna, seguimos en cuarentena y Gatell, ¿quién es Gatell?

***

¿Qué traerá el viento ahora?

Misterio.

Esta semana fue como la década de los sesenta: exasperación por el abuso contra George Floyd, una carrera espacial, un presidente asesinado (políticamente).

¿Qué traerá el viento ahora?

Lo que sea que traiga, amigo, no es como en la década de los sesenta, dijo el poeta Zimmerman:

Yo no encuentro la respuesta en él. No encuentro la respuesta en el viento.

Seguiré contando.

***

PS.

Iba por la calle y le empezaron a aplaudir a alguien con bata. No lo sabían: sólo era un carnicero.

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/CR

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