Sin darme cuenta

Este mes de mayo he trabajado con los patrones de conducta que heredé. Me di cuenta de cómo exploto en ciertas situaciones… de cómo le grito a mis hijos y de cómo me trato a mí. Sin duda, lo que más me frustra es la educación que doy en casa… cómo y desde dónde me relaciono con mi familia.

No sé si a ti te ha pasado que de la “nada” empiezas a tratar mal a tus hijos, que una situación que quizás ante los ojos de los demás no era nada grave, te sacó completamente de quicio. Algo pasó que te hizo sobre reaccionar y mostrar lo “peor” de ti.

Cuando pasa eso, desgraciadamente nos desquitamos con la gente que más amamos, porque es la que tenemos cerca… y es a quien más terminamos lastimando.

Me recrimino que después de tantos cursos, talleres y estudios que he tomado, no logre darles esa educación que se visualiza en mi cabeza muy sana y que, según yo, veo en otros. Se ha creado en mi mente un justiciero de hierro… inflexible y juicioso que señala incansablemente mis fallas… y por consecuente, las ajenas.

NO ME DABA CUENTA… pero en una de mis clases, me dijeron que jamás podré romper patrones, jamás podré ser amorosa con mis hijos, ni con nadie, SI NO EMPIEZO CONMIGO MISMA.

Eso ya lo hemos oído todos mil veces, pero yo no lo había realmente escuchado, absorbido, entendido. No me había caído el veinte.

Ahora puedo ver que, para poder ser esa mamá amorosa, tengo que empezar por mi (sí, GRAN cliché, pero es real). Yo muchas veces no lo hago, mis discursos internos están plagados de juicios que señalan donde está el error. Por años mi mente ha estado entrenada para registrar fallas. Y así educo… viendo nada más donde mis hijos se equivocan, sin reconocerles todo lo demás.

Y así en todas mis relaciones… no me daba cuenta.

Pero, ahora puedo ver tres lecciones que este mes descubrí y que, con mucho esfuerzo y paciencia, he llevado a cabo: terminar de entender que NO podré tratar bien a nadie, mucho menos a mis hijos, si yo NO ME TRATO con amor, por lo que decido llevármela con mucha PACIENCIA y respeto; dos, NO soy lo que pienso de mí, no soy ese juez irascible e inflexible que busca la “perfección” y que solo pone su atención en el error… en la perfección está el desamor, por lo que decido tenerme PACIENCIA; y por último, el que por las noches repase, por escrito o mental, las cosas que realicé que me llevaron a sentirme bien durante el día, suben mi nivel de confianza y bajan mi frustración.

Pero tú revisa cómo educas a tus hijos y cómo tratas a los demás en general. ¿Es de la misma forma en que, muy en el fondo, te tratas a ti?