Quien tiene un por qué encuentra el cómo (Segunda parte)

Columnas jueves 24 de septiembre de 2020 - 02:03

Mediante su amor, la persona que ama posibilita al amado a que manifieste su potencial, al hacerlo consciente de lo que puede ser y de lo que puede llegar a ser; quien tiene un por qué encuentra el cómo.

Un recién nacido hoy, tendrá 30 años en el 2050. ¿Qué necesita aprender para atender los desafíos a los que se enfrentará?

Algunas pistas sobre la estructura y contenido del plan de estudios para que sea pertinente a su realidad:

Un plan que le brinde una experiencia de aprendizaje que lo invite a explorar aquello que capta su interés, lo que despierta su curiosidad. Cuando eso sucede, aprende solo de los demás y de aquello que está a su alcance. La clave es motivarlo a hacer preguntas y explorar cómo funciona el mundo. Al preguntarse: ¿cómo funciona?, ¿por qué?, y ¿qué pasaría sí?, se logra que mantenga viva su curiosidad a lo largo de toda su vida, que es uno de los mayores regalos que la escuela y un buen plan de estudios puede ofrecer.

Como individuo, aprende a crear su proyecto de vida mediante la reflexión de las actitudes que adopta, las decisiones que toma y los talentos y pasiones que descubre y cultiva; adquirir la capacidad de pensar con claridad, de elaborar argumentos lógicos sin limitarlo a la lógica formal, invitarlo a interpretar intenciones, a entender el contexto, a percibir los valores, los sentimientos, a discernir entre hechos y opiniones y a elaborar conclusiones; a aprender a expresar sus pensamientos y sentimientos con claridad y confianza, lo que es fundamental para su bienestar individual y colectivo; a visualizar que la comunicación consiste en entender las metáforas y las analogías. A expresarse por medio del arte.

Ayuda, además, a tener conciencia como un ser social que vive y aprende en compañía de otros. A colaborar para desarrollar ideas, resolver problemas, negociar, solucionar conflictos y respaldar las soluciones acordadas. Pasar de aprender en grupo, a aprender como grupo. A colocarse en la piel de otras personas y actuar en consecuencia, al identificarse con lo que sienten otras personas. A reconocer las emociones de los demás y cómo se sentiría en sus mismas circunstancias. A practicar más y predicar menos.

A vivir en dos mundos interconectados, el interior y el que lo rodea. Su forma de actuar con el entorno está influida por cómo se ve y cómo valora al prójimo. A cultivar la conciencia plena y el conocimiento interior.

Aprender que la democracia depende de su participación, como un ciudadano informado que conoce sus derechos y obligaciones y entiende cómo funcionan el sistema social y político. La democracia debe volver a nacer en cada generación.

El recién nacido adquirirá estas competencias al practicarlas a lo largo de su vida cada vez con más confianza y de forma más compleja se sentirá seguro y bien preparado para enfrentar los desafíos que le depara la vida.

¿Y tú como padre o madre, como educador, desde tu trinchera, qué primer paso puedes dar para que como sociedad nos acerquemos más a esta visión?