El gobernador es dueño de
un humor negro que no todos entienden. Su ironía, cruzada con la sagacidad y la rapidez de pensamiento, le han ocasionado malos entendidos.
Fogueado en las ligas mayores de la
política mexicana, no se dobla ante la crítica. Lejos de eso, se crece. Y provoca a quienes le lanzan piedras, metafóricamente hablando. En esta tercera parte de la larga entrevista concedida a ContraRéplica Puebla, Miguel Barbosa habla de convocar a un gran Pacto por la Paz y de cierta prensa, y de ese afán de ésta de sobredimensionar los hechos delictivos. Tiene una respuesta para ello: “Yo soy muy codo con la prensa.
Tengo una relación comercial casi nula
con la prensa, y eso también determina muchas cosas. Siempre estoy abierto a todo, pero mis relaciones comerciales son muy limitadas”. No niega la realidad, pero se resiste a ser rehén.
Mario Alberto Mejía (MAM): Entiendo que los índices de delitos han
bajado en Puebla. Sin embargo, en la prensa pareciera lo contrario.
Hay demasiada sangre en las portadas. Todo se ha convertido en nota
roja. Algunos gobernadores que te antecedieron tenían algo en común: sus operadores de medios buscaban quitarle la sangre a las primeras planas.
Miguel Barbosa (MB): Yo soy muy codo con la prensa. Tengo una relación
comercial casi nula con la prensa, y eso también determina muchas cosas. Siempre estoy abierto a todo, pero mis relaciones comerciales son muy limitadas. Sin embargo, pues todos los días hay hechos de sangre.
A partir de agosto, la criminalidad
en cuanto a índice en Puebla la hemos bajado, pero la sociedad sigue teniendo miedo, sigue sintiéndose insegura, sigue reclamando cada vez más acciones del estado para sentirse mejor. Y tiene razón.
¿De qué le sirve a la sociedad que los índices vayan bajando si la gente vive con
mucho miedo y con mucha inseguridad?
¿Qué ocurrió? La criminalidad es multifactorial. Tiene que ver con la impunidad y con esa vinculación que ha sido el
cáncer en todo el país: el de la autoridad con la delincuencia. También tiene que ver con la pobreza, con la educación, con la familia. Es decir: con la sociedad.
Ya desaparecimos el robo a trenes,
ya bajamos en mes y medio el robo de transporte, el robo de autotransporte en carreteras (hasta en un 65 por ciento), el tema del huachicol de manera significativa, enormemente. Pero tenemos
un gran problema: el de los delitos de la cotidianidad, que son los que se cometen en los centros urbanos, en los pueblos, en las comunidades, donde los grupos criminales se formaron por la colusión con las autoridades. Así de simple.
Los homicidios cruentos que hoy vemos que suceden no son homicidios entre ciudadanos. Fundamentalmente son
ajustes de cuentas. Cuando la gente ve eso siente que puede ser objeto de un hecho así, y se siente insegura y con miedo. Tenemos que ir a las causas. Por eso vamos a hacer muy pronto el gran Pacto por la Paz. Vamos a convocar a todos los poblanos, las organizaciones, la iglesia, las universidades, la sociedad en su conjunto.
Lo que nadie se atrevió a hacer ya
lo hice en la zona conurbada: asumí el control de la seguridad. Le dedico mucho tiempo a los asuntos de seguridad pública. Mucho tiempo. Sí le sé al tema.
Me he vuelto una especie de experto
en esta materia. No sólo desde el lado técnico, legislativo, académico, que ya lo era yo, sino desde el lado operativo: de conocimiento de delincuentes y bandas.
MAM: ¿Entonces qué hacemos con
esos periódicos que dejan las manos llenas de sangre?
MB: No le creas mucho a la prensa. (Risas). La prensa cada vez se va extinguiendo más. ¡Tú lo sabes! Si no son plumas
inteligentes como la tuya, ya no lees.
MAM: Pero tú lees todas las columnas, gobernador. Toda la prensa.
MB: Yo leo todas. Es mi obligación. A
todos tomo en cuenta. Valoro todo, todo, todo.
MAM: ¿Hay quien te hace enojar en
la prensa?
MB: Bueno, todos somos humanos y a
veces nos molestamos por las ofensas.
Pero la prensa a mí en lo personal me
trata bien. Y tiene la característica de que ya a los que me denuestan no les publican nada, porque su denuesto ha sido permanente. Se acabaron como críticos. Ya nadie les publica nada. También, te insisto, hay columnas inteligentes que son respetables porque tienen sentido. Cuando ves que no tienen sentido, no importan. Dejan de tener valor en el momento mismo.
Hay sobre todo un periodista que se
dedica todos los días a golpear a mi gobierno. Todos los días, todos los días. ¿Sabes cuándo termina su columna? Cuando la publica. Ya. Porque nunca ha probado absolutamente nada. Todos los días denuncia una irregularidad y en el momento que la publica se acabó la columna.
Pero hasta ese tipo de columnas veo.
Todas las leo, porque yo no soy de los
que me aíslo. Yo sí conocí a presidentes de la República a los que que les pasaban fichas. Fichas de las columnas y todo esto. No dejas de empezar a vivir en cajas de cristal. Los hombres del poder empiezan a construir alrededor de ellos cajas de cristal, pero yo no. Cuando veo que hay cajas de cristal que empiezo a construir, llego con mi martillito —como de las feministas— y, ¡zas!, le pego.