Como si un fantasma persiguiera a la Cuarta Transformación, un Macedonio se ha convertido en el síntoma del conflicto entre el feminismo y el sistema patriarcal, viejo y nuevo.
Un patriarcado que va de derecha a izquierda o de izquierda a derecha y que no le tiene miedo a la modernidad. Un patriarcado multiforme e híbrido: que es fifi y que es chairo. Chairo-fifi. Fifi-chairo Fichairofi. Chaifirofi.
“Aquí nomás mis chicharrones truena”.
Que va de abajo hacia arriba, de arriba a arriba y de arriba hacia abajo. O hacia más abajo.
Un patriarcado que es el nuevo pacto por México del sexenio actual.
Una sombra ubicua.
Un síntoma de un cambio que atraviesa la rancia lógica de los partidos políticos y de las élites acomodadas del poder-cíclope.
Por supuesto, que el político guerrerense posee una trayectoria política desde hace varias décadas que inició con el Partido de la Revolución Democrática (PRD).
Corrían los años en los que la agenda feminista, la de la izquierda de los noventas, estaba muy focalizada en el activismo y la academia.
Muchos políticos de izquierda, derecha y de centro, cualquiera que esto signifique, en este México mágico, no imaginaron que llegarían al 2021 o que el 2021 llegaría y las nuevas generaciones de mujeres impulsarían un movimiento masivo, popular, enérgico y omnipresente, a favor de las mujeres y de las diversas formas del feminismo.
Si en los noventas la Patria era un charro bigotón, aun con el neoliberalismo del Tratado de Libre Comercio, y “quien chille es vieja, aguántese como los machos”, hoy el mundo es otro.
Los marxistas eran machos, los priistas también, los de la izquierda también y los de la derecha, lo católicos, los mormones, los adventistas y todas las formas de cristianismo y de ateísmo, también. El machismo universal era la verdadera religión del país. La unidad nacional hecha moral.
La suave patria era pura hombría
“Y no chille, no sea vieja”, etcétera.
La figura del candidato o casi candidato a la gubernatura de Guerrero es un asunto local. La decisión sobre si es o no candidato le corresponde, por supuesto, a los habitantes de ese estado.
Los electores guerrerenses, pues, determinarán a su candidato y futuro gobernador, o candidata o futura gobernadora, según sea el caso.
Su partido decidirá lo que más le convenga.
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2021 es un balde de agua fría a cualquier determinación política. De una política caduca que se niega a morir.
Hoy la banda lee a Rita Segato y Silvia Federicci, las morras están a favor de la despenalización del aborto, se identifican por los pañuelos verdes de la marea verde que recorre el continente, y revisan cómo el amor romántico es una ficción para el sometimiento de las mujeres.
Ese juez macho que todo lo somete, esa divinidad patriarcal, esos liderazgos verticales y salvíficos se desvanecen entre las consignas feministas y los cánticos que las chavas lanzan repitiendo a la colectiva chilena
Las Tesis.
Algo está sucediendo.
Pero a veces lo que sucede y es visible para todos, es invisible para otros.
Como decía, el piloto francés, Antoine de Saint Exupéry, “sólo se ve bien con el corazón, lo esencial es invisible para los ojos”.
A veces lo que está más cerca, es lo que menos se ve.