Los problemas del CH a 23 meses del arribo de Claudia Rivera al gobierno

Por Jaime Carrera

Ambulantaje, mendicidad, prostitución, comercialización de productos de dudosa procedencia y narcomenudeo son los elementos que integran la vida cotidiana del Centro Histórico y que en 23meses la administración de Claudia Rivera Vivanco no ha podido resolver o corregir.

Sin embargo, con un plan que despierta dudas y que podría carecer de proyecto ejecutivo sobre el costo-beneficio para la inversión de 135 millones de pesos, la gestión municipal pretende no sólo embellecer la zona sino hasta reactivar la mermada economía a consecuencia de la pandemia de Covid-19.

¿Si en dos años la alcaldesa Claudia Rivera Vivanco y su gabinete no han podido hacer frente a estos problemas, qué garantiza que ahora sí lo harán? Nadie lo sabe. Y menos cuando hay un Programa Integral de Intervención del Centro Histórico que no tiene permisos ni consenso.

Transitar en el corredor 5 de Mayo es como caminar en un laberinto entre ambulantes que siguen en propiedad de las calles, apartando lugares con bancos, sillas, toneles y colocando rejillas y estructuras atestadas de piratería.

El gobierno estatal ha sido el responsable de combatir el narcomenudeo en la zona. Por ejemplo, puso fin a las actividades de la casona conocida como “Maldita Vecindad”, un sitio solapado por las autoridades municipales y que era centro de reunión para la venta de drogas, asaltantes de transeúntes, cadeneros, mercancía robada y padrotes que obligaban a la prostitución a mujeres en situación de trata.

La gobernabilidad en el Centro Histórico ha sido un tema de crítica recurrente entre los sectores empresariales, políticos y sociales. El problema es que a la par del comercio callejero es fácil obtener para cualquier peatón armas blancas, artículos robados —sobre todo celulares— y drogas camufladas de otro tipo de productos.

Aún con los lineamientos básicos de las obras, el gobierno municipal no ha explicado cómo atenderá la contaminación auditiva en una zona de monumentos en donde la música retumba y bocinas compiten por ser la de más alto volumen.

El reto, más allá del remozamiento de la zona es la reapropiación del espacio público, el cual a un año de que acabe la actual gestión no tiene ni pies ni cabeza: está lleno de grasa y cochambre a consecuencia de los alimentos que se preparan en la vía pública.

Ya ni hablar de las casonas desatendidas a punto de colapsar y las calles llenas de baches y sin iluminación en pleno Centro Histórico y barrios aledaños como El Alto, Analco, La Luz y San José.

Las dudas surgen: ¿32 millones de pesos bastarán para atender las principales problemáticas de la zona? La incógnita compite con mujeres y hombres que pernoctan en áreas verdes y nauseabundas, quienes durante el día utilizan el corredor de la 5 de Mayo para pedir limosnas.

Más arriba en la meca del más oscuro ambulantaje, continúa la venta de celulares robados y de estupefacientes, cuyos distribuidores se escabullen entre cuartos, pasillos y patios de vecindades en donde no existe tejido social, ese que prometió reconstruir la ahora alcaldesa.

Mientras los problemas allí siguen, un grupo de topógrafos alista los últimos detalles para los trabajos catalogados por comerciantes y empresarios como innecesarios.