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Librerías de viejo recurren a redes para ofertar tesoros literarios

Librerías de viejo recurren a redes para ofertar tesoros literarios

Entornos miércoles 27 de mayo de 2020 - 00:45

Por Martha Rojas
martha.rojas@contrareplica.mx

Mientras editoriales independientes como Sexto Piso, Almadía o Era arman un maratón de donaciones para asegurar su subsistencia tras la pandemia, las librerías de viejo se mantienen atentas al cambió del Semáforo Epidemiológico para reanudar sus actividades. En tanto, algunas como La Murciélaga recurren a la venta de raros ejemplares a través de las redes sociales.
La librería fundada por Luigi Amara, pionero de la Editorial Tumbona; Diego Rabasa, parte del equipo editorial de Sexto Piso; Óscar Benassini, de la revista La Tempestad y Guillermo Núñez Jáuregui, escritor, se describe en su sitio web como un espacio en el “que se trafican libros de segunda mano, de literatura, filosofía y arte” y es que entre sus especímenes presumen tener un libro firmado por Ernesto El Che Guevara y una primera edición de Samuel Beckett.
Recientemente, La Murciélaga ofertó en su cuenta de Twitter una primera edición de El Gallo de Oro de Juan Rulfo; Estas ruinas que ves de Jorge Ibargüengoitia así como Poeta en Nueva York del dramaturgo español Federico García Lorca. Aunque, La Murciélaga no define propiamente estas ventas como una subasta, acepta que pueden haber una negociación con el interesado hasta concretar la venta final.
“El método no es al mejor postor sino al primer lector que se comprometa (ya sea depositando una parte, el total o, en fin, si ya hemos hecho tratos previamente, de manera apalabrada); el precio es fijo, el anunciado. Sería interesante ver cómo funcionaría una subasta de libros, especialmente al tratarse de libros de colección (¡un poco como lo que cuenta (Walter) Benjamin en Desempaco mi biblioteca!) pero sería difícil organizarlo a través de las redes sociales. Lo cierto es que, hasta ahora, con ciertos libros las transacciones suelen ser rápidas. Cuando son precios elevados procuramos decir los mismos por privado. Hay un espacio para negociación, como en general ocurre en las librerías de viejo, pero nada fuera de lo común”, explica a ContraRéplica el escritor Guillermo Núñez Jáuregui.
Aunque no lo pareciera, en los estantes de libros usados se encuentran verdaderos tesoros patrimoniales que de acuerdo con la Ley Federal de Monumentos y Zonas Arqueológicos, Artísticos e Históricos pueden ser comercializados, pero también gravados.
“En el artículo 35 de la Ley Federal de Monumentos se menciona que todos los libros impresos en México o relativos a México publicados hasta el siglo XIX o principios del XXI deben permanecer en el país puesto que tienen un valor patrimonial; los libros de autores como Paz o Fuentes se pueden comercializar no hay ninguna restricción. En general los subastadores retienen un porcentaje del ISR y el IVA que está incluido en el costo del volumen; en el caso de las librerías de viejo reportan esto a Hacienda cuando hacen su declaración anual”, pero si la transacción es en efectivo es difícil que se puede monitorear", detalló el gerente del departamento de libros y documentos de Morton, Jesús Cruz a esta casa editorial.
Sin embargo, existe controversia acerca del gravamen que se le debe aplicar a la venta de libros usados, puesto que en la mayoría de casos son vendidos por pequeños negocios en sus instalaciones o a través de internet.
Cruz abundó en que lo ideal es que las librerías grandes declaren dichas transacciones a Hacienda.
Por otra parte, Núñez Jáuregui detalló en que si bien la pandemia lo afectó ya que no pueden abrir sus instalaciones y deben continuar con la cobertura de la renta del inmueble, aún es difícil determinar el impacto que tendrá para ellos puesto que salen de la cadena autor-distibuidor-librería.
“Francamente no sé cómo afectará la crisis a las librerías de viejo. Por ahora quienes nos rentan el espacio donde tenemos la librería no se han tocado el corazón. Pero es cierto: por ser, precisamente, libros de segunda mano, no estamos exactamente en la misma cadena del editor-distribuidor-lector (que tanto beneficia, en México, a los distribuidores, y en tantos apuros pone tanto a editores como a autores), pero finalmente sí estamos en la misma economía. Tal vez el golpe será eventual, pero no sabría decirte cuándo ni de qué manera”, agregó.
Desde el cierre decretado de librerías —al ser consideradas negocios no esenciales—, La Murciélaga mantiene sus puertas cerradas y está a la espera de poder reanudar sus actividades normales, como charlas, ventas de libro o los sábados de ceviche o chilaquiles.

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HG/CR

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