La terrible historia de un empresario

Ignacio Juárez Galindo

José María Alonso es un empresario poblano que está muy lejos de los reflectores. Forma parte de ese grupo de hombres de negocios que son desconocidos pero su emprendedurismo da de comer a muchos. Es un hombre querido y muy respetado entre los empresarios poblanos. Pero hoy tuvo que salir a dar la cara atado por una mezcla de rabia, dolor, decepción, hartazgo, preocupación, frustración,

Chema Alonso, como todos los conocen, es un empresario dedicado al ramo de la cerería. A consecuencia del Covid-19 tuvo que cerrar la planta pero, a diferencia de muchos otros patrones, tomó la decisión de conservar a su planta planta y pagarles el 100 por ciento de su sueldo.

Como todos los empresarios en tiempos oscuros, Chema, a través de su habilidad en los negocios, logró colocar un embarque con su principal socio. Un trailer de veladoras.

La venta era crucial porque de ahí saldría el dinero para pagar a los trabajadores y para sobrevivir a pesar de la contracción, la crisis y el freno de la industria.

Todo marchaba sobre ruedas, hasta que Chema recibió la peor noticia: el tráiler fue robado cuando iba rumbo a su entrega.

E hizo lo que nunca había hecho: aparecer a cuadro, denunciar su historia y, sin querer, resumir el hartazgo, la rabia, el dolos, la impotencia que sufren miles de mexicanos.

A través de un video que montó en Facebook, primero aparecer las palabras del hartazgo: "Estoy hasta la madre", "en México es más fácil se ladrón que ser empresario", para después dar paso a la congoja y, por último, a las lágrimas que contienen todo lo que alguien puede sentir cuando lo ha perdido todo.