El día de la marmota 116

La rutina nos enseña a apreciar las pequeñas alegrías del día a día. Permitiéndome una rutina casi poética -y para ser congruente con el encabezado de esta columna- repetiré algunos párrafos como si de la peli de la Marmota se tratara… a ver qué se siente (espero que mi editor no se me enoje).

Se repite, pero NO, a ver qué te parece: Es la reflexión que quiero hacer hoy contigo: esta nueva normalidad ya nos puso en modo marmota (rutinas de por medio) y lo que en abril era incertidumbre, en mayo era miedo, en junio aceptación, en julio se volvió costumbre rutinaria de nuestro NUEVO día a día.

Es decir, estamos como la película de El día de la Marmota (en inglés llamada Groundhog Day, 1993) donde Billl Murray -en ese entonces me chocaba y ahora me cae re bien- va a cubrir un evento meteorológico a un pueblito de Pennsylvania, entrando en un loop en donde todos los días es el mismo día… en fin que no quiero hacerte spoilers si no las has visto, pero te la recomiendo ampliamente.

En esta pandemia del carajo me parece que ya hemos entrado a este ciclo sin fin que te hace levantarte, desayunar, si bien te va, bañarte, ponerte frente a tu computadora para hacer video conferencias por Zoom (con shorts y chanclas obvio), generar estrategias, o peticiones puntuales del jefe, prepararte un café, ver un ratito la tele, ir por unas galletitas, volver a sentarte frente a la compu, atravesar la casa para ir a comer, hacer una power nap, regresar a la chamba (en la sala) un par de conferencias más, hacer una rutina de ejercicio, ver Tik Tok o Instagram si eres muy boomer, leer un poco los portales de noticias, ver Netflix, algo de pasión solito o acompañado según vivas con pareja o sin ella, una cheve nocturna, sueño… y a dormir como bebé.

Al día siguiente, ¿qué crees? LO MISMO, y al día siguiente: lo mismo, y así sucesivamente, en este loop infinito coronavirulezco y cabrón.

¿Son buenas noticias si ya estableciste una rutina en esta nueva circunstancia de vida? Pues sí, yo diría que sí.

Aquí se trata de darle la vuelta a esta cosa tan extraña que nos tocó vivir, ya no podemos tirarnos al drama de la incertidumbre de meses pasados, ya no podemos bloquearnos y quedarnos pasmados a ver cuándo carajos se le ocurre al bicho largarse de nuestras vidas. Asumimos que el Covid-19 llegó para quedarse y convivir con nosotros por lo menos un añito, así es que, o nos inventamos unas nuevas rutinas de vida, o nos las inventamos.

Bien lo dijo el prócer: “Lo que un día fue no será”.