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Cuando la tristeza llega

Cuando la tristeza llega

Columnas martes 19 de enero de 2021 - 23:04

El lunes pasado fue el día más triste del año, según expertos y las redes sociales y cómo no va a ser “el lunes más triste” del año si llegaen medio de una pandemia que ha dejado partidas repentinas en millones de hogares alrededor del mundo.

Lo cierto es que esa tristeza también se puede palpar de otras formas: en decepciones amorosas, en la ausencia de tus hermanos, en la falta de desayunos con tu papá, en la distancia que se interpone entre tus mejores amigas y amigos.
En fin, la tristeza llega y se va de muchas formas.

Lo que el mundo ha experimentado es justo eso: la tristeza en su versión más negativa y que nos ha hecho quedarnos en cama por días —incluso meses—, ese sentimiento que nos hace llorar al no interpretar una u otra decisión por terceras personas; también se puede sentir como un hueco en el estómago. Y está otra clase de tristeza, aquella que te queda cuando alguien se ha ido, cuando tomas sus manos y yacen heladas. Cuando ves sus ojos cerrados para nunca más abrirse.

Se siente cuando ves sufrir a terceras personas, a aquellos amigos que han perdido a un ser querido, a quienes tienen a un enfermo en su casa, a quienes han perdido a alguien y lo extrañan infinitamente, esa tristeza es aún más intensa pues el ver sufrir a quienes amas es algo realmente doloroso, que destroza el alma poco a poco.

Ese sentimiento lo he tenido muy cerca pues mi familia ha tenido pérdidas irreparables que hasta el día de hoy duelen profundamente.

Sin embargo, para la tristeza también hay un lado positivo, por ejemplo, cuando nos permite conocer qué tanto podemos llegar a sentir, a qué profundidad somos capaces de desgarrarnos emocionalmente y con ello mejorar por amor a nosotros mismos. Son esas circunstancias tristes las que nos hacen cuidarnos y cuidar a los nuestros; incluso también nos enseñan a vivir intensamente y a no dejar nada por sentado.

Como un sabio escritor colombiano dijo, a la tristeza hay que palparla, saborearla en lágrimas y también permitirnos sentirla y disfrutarla.

¿Si no nos permitimos estar tristes todo el tiempo que necesitemos cómo sabremos cuándo ya estamos bien? La tristeza se vive así como el amor, la felicidad y la plenitud, no es un estado de ánimo que deba prevalecer en el día a día, pero sí una emoción que todos tenemos derecho a vivirla como nos plazca y también a sortearla responsablemente para no caer en un problema físico, psicológico o emocional.

La tristeza llega, pero también se va con una luz que muchas veces estamos seguros que no llegará… pero sí llega y sólo necesitamos esperar pacientemente.

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/CR

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