Criaturas de la pandemia

No hay plazo ni estimación que no se cumpla. México prácticamente ha rebasado los 50 mil casos positivos de Covid-19 en el corto lapso de 24 horas. ¿Cuál será el monto del acmé durante esta cuarta ola de la pandemia? Lejos del número real de la incidencia; en esta ocasión Salud federal sólo podrá registrar la cantidad de pruebas máximas que laboratorios públicos y privados sean capaces de elaborar y notificar; el promedio de las proyecciones oscila entre 65 y 75 mil contagios en el lapso de una jornada infecciosa.

La realidad se impone y el discurso motivador de Palacio Nacional poco a poco se desvanece con toda su fuerza. En el pasado inmediato la incidencia de los contagios les permitía montar teatros infodémicos con el fin de conseguir la aprobación de la base dura de sus votantes, que técnicamente resulta ser cualquier beneficiado de los programas sociales que, por si fuera poco, además debe ser un verdadero damnificado del artículo 3º Constitucional.

Ese segmento –ampliamente mayoritario– de la población hacía suyos los dichos del presidente López Obrador como si se tratara del Credo para un buen católico: “los niños no se contagian”; “estamos domando la pandemia”; o el clásico y bien ponderado –tristemente repetido por algunos universitarios que deben acudir urgentemente a cursos de regularización estadística¬– “estamos aplanando la curva de los contagios”. Ya ni siquiera AMLO se atreve a repetir sus propios dichos: la realidad se impuso por más que se resista la investidura presidencial.

En razón de lo mismo, no es obra de la casualidad la extrema cautela mostrada después de las vacaciones de Navidad por los señores padres de familia: de 35 millones 588 mil 589 estudiantes matriculados, únicamente permanecen en las aulas de todos los niveles educativos cerca de 17.5 millones –datos confirmados por la SEP–.

Sólo una docena de estados han sido lo suficientemente sensatos y responsables como para suspender las clases presenciales temporalmente. Insisto, la realidad termina por imponerse: “los contagios acumulados de niñas, niños y adolescentes con resultado positivo confirmado de SARS-CoV-2 pasaron, de 84 al 12 de abril de 2020, a 86 mil 586 al 16 de enero de 2022 (…) 826 fallecieron” –cifras del Sistema Nacional de Protección Integral de Niñas, Niños y Adolescentes (SIPINNA)–.

Dos preguntas obvias: ¿cuántos contagios, y eventualmente lamentables decesos, tendrán que registrarse para que la 4T reconozca que los salones de clases son hervideros de Covid-19 y, finalmente, se decida a inmunizar artificialmente a todos los menores mayores de 5 años independientemente de sus comorbilidades? O visto desde otra óptica, ¿cuántos casos positivos, pero sobre todo muertes asociadas a coronavirus, pueden evitarse si el gobierno se decide a gobernar en vez de simplemente monitorear una pandemia?