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Corazón Roto con Whisky en la Mano

Corazón Roto con Whisky en la Mano

Columnas martes 15 de junio de 2021 - 17:38

En cualquier país civilizado, el perdedor de una elección hace dos cosas:

Da unas palabras de agradecimiento a quien corresponda y se retira de la actividad política.

En México, ésa no es la costumbre.

Todo lo contrario.

Los perdedores se ponen tercos y a la menor oportunidad vuelven a ser candidatos de lo que sea.

El fin es uno: perseverar en la nómina, que es equivalente a aferrarse a cualquier cosa que contenga dinero público.

No hay político mexicano que se salga de ese guión.

Quizás uno: el desaparecido Carlos Castillo Peraza.

¿Qué hizo este hombre lúcido y letrado en su momento?

Abandonó la actividad política y empezó a hacer una serie de entrevistas para la revista Proceso.

(Al primero que entrevistó fue al entonces gobernador Manuel Bartlett).

En Puebla, la costumbre de aferrarse a los cargos es cosa cotidiana.

Claudia Rivera Vivanco, por ejemplo, acaba de perder brutalmente ante el candidato de Va por Puebla.

¿Qué hizo tras ser derrotada por más de 120 mil votos?

Dos cosas:

Lamentarse en público y anunciar que buscará ser la dirigente estatal de Morena.

En España, Albert Rivera, primero, y Pablo Iglesias, después, optaron por dejar la actividad política luego de sendas derrotas.

(Observe el hipócrita lector: hablo de dejar la actividad política, no la política. La política como el sexo es irrenunciable. Todos hacemos política. Hasta en la cama).

Los señores Rivera (Albert) e Iglesias (Pablo) actuaron como no lo hacen los políticos mexicanos.

Retirarse a sus habitaciones es lo menos que les piden los electores que no los votan.

Claudia Rivera, pues, ya anunció que no se va.

Faltaba más.

Está convencida de que su pésimo gobierno (manejado por José Antonio Gali a la sombra) ha sido diferente, honesto, extraordinario.

No tiene la menor duda de que perdió por la guerra sucia que se instrumentó en su contra.

(Sus Huarachito Venceremos también lo creen así).

No quiere saber que las decenas de irregularidades que carga en los temas de obra pública, inseguridad, licitaciones, adjudicaciones y compras hechizas terminaron por ensuciarle la cara.

Tampoco quiere enterarse de la imagen que generó al defender a un hostigador sexual hasta la ignominia, en perjuicio de la joven y guapa víctima.

Lo suyo es perseverar en lo que su Jodorowsky le enseñó: lucrar con el poder en posición de flor de loto.

Su propia gente reprobó siempre el apego que tuvo al impresentable Andrés García Viveros, ex hombre fuerte del ayuntamiento.

Todos vieron la manera en que éste uso el poder otorgado.

Y vaya que no estuvieron de acuerdo.

Todos fueron testigos de cómo armó su cártel administrativo y manipulaba —en compañía de los enviados de Gali— las licitaciones y las adjudicaciones.

Pero guardaron silencio.

Algunos protestaron inútilmente.

Y es que la presidenta municipal no aceptaba críticas en contra del hostigador.

Incluso las feministas optaron por tragarse su feminismo en aras de no salirse de la nómina.

Dinero mata activismo.

Queda claro.

Sólo los periodistas a los que tiene también en la nómina (la de los convenios) salen hoy en su defensa.

Flaca defensa.

Ellos también se tragaron sus convicciones.

Faltaba menos.

Desde sus prosas porosas, salen a defender lo que no hicieron en su momento.

(Guardaron mutis cuando su jefa requería defensas pulcras).

Hoy que están por perder sus cómodas mensualidades (hasta octubre cobrarán), ponen los pechos firmes.

(Su bravura quedará en anécdota).

El colofón de este gobierno lo acaba de dar Catalina “Cata” Pérez Osorio, encargada de despacho de la Secretaría de Gobernación municipal, quien, ufff, también hizo un vergonzoso mutis ante el horroroso caso del hostigador sexual.

La perla que dijo este lunes hay que colgarla en el Salón de Cabildos con adornitos de papel metálico dorado:

“Se tenía un plan (en el tema de los ambulantes), pero dejaremos que la próxima administración —que ha prometido en campaña el reordenamiento— lo haga, y que sea de manera correcta. Eso esperamos, y los vamos a estar vigilando”.

¡Ay, Cata, Cata, Catita!


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/CR

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