Georgina Ruiz Toledo
Claudia Sheinbaum, con apenas 100 días en la presidencia, ha demostrado que el liderazgo femenino no solo es eficaz, sino que puede transformar la percepción y el rumbo de un país como México. Con un índice de aprobación de hasta el 80 por ciento, su gobierno ha marcado un contraste claro con administraciones anteriores y ha empezado a cimentar un estilo de liderazgo que combina capacidad, honestidad y estrategia.
Los retos con los que Sheinbaum inició su mandato no fueron menores. En el ámbito internacional, la relación con Estados Unidos y la figura de Donald Trump representaron un desafío inmediato. Para México, lidiar con temas como el control migratorio, el fentanilo y la posición geopolítica siempre ha implicado tensiones. Sin embargo, la presidenta ha demostrado ser capaz de manejar estas complejidades, proyectando un discurso firme, evitando la confrontación innecesaria y dejando claro que México tiene una posición definida y soberana.
En el plano interno, la narrativa que intentó enmarcarla como una figura débil o manipulada —un “títere” sin autonomía— rápidamente quedó desmentida. Sheinbaum ha construido un gobierno profundamente ejecutivo, donde la toma de decisiones es ágil y enfocada en resultados concretos. Rodeada de un equipo sólido y bien preparado, ha logrado sortear ataques mediáticos y desconfianzas, generando un escudo basado en su propia capacidad y carácter.
El evento en el Zócalo, que reunió multitudes en su apoyo, no solo fue un acto político, sino un mensaje claro de fuerza y legitimidad. En un país donde históricamente se ha subestimado el liderazgo femenino, este tipo de demostraciones son cruciales para evidenciar que una mujer al frente del Ejecutivo puede ser tan efectiva —o más— que cualquier otro líder.
En términos de políticas públicas, el gobierno de Sheinbaum ya muestra diferencias sustanciales con respecto al sexenio anterior. Sus programas sociales han sido más potentes y están diseñados con una visión de crecimiento a largo plazo. La estrategia en seguridad ha priorizado un enfoque integral, que combina el combate al crimen organizado con la atención a las causas estructurales de la violencia.
El reto con Estados Unidos sigue siendo significativo. Como ha ocurrido con gobiernos anteriores, la administración Biden —y cualquier gobierno futuro en Washington— continuará viendo a México como un factor crítico en su interés geopolítico, especialmente en temas migratorios y de seguridad. Sin embargo, la presidenta ha dejado claro que está dispuesta a establecer una relación basada en respeto mutuo, sin ceder a presiones externas que comprometan la soberanía nacional.
Uno de los grandes logros de estos primeros 100 días ha sido la transformación del estilo de gobierno. La presidencia de Sheinbaum no ha estado marcada por la confrontación, sino por la acción ejecutiva y los resultados tangibles. Su enfoque pragmático y su capacidad para proyectar estabilidad y confianza han permitido que sea percibida como una líder aislada de la polémica y enfocada en llevar al país por un mejor rumbo.
Claudia Sheinbaum es una figura radicalmente distinta en la política mexicana, y esa diferencia se percibe como su mayor fortaleza. En un México históricamente marcado por liderazgos masculinos y estructuras rígidas, su gobierno no solo es un respiro, sino un ejemplo de que el cambio no solo es posible, sino necesario. Estos 100 días han sido un éxito rotundo, y aunque los retos son grandes, todo apunta a que el país tiene en ella a una presidenta capaz de enfrentarlos.
Doctora en Gobierno y política. Docente investigadora, consultora política, conferencista, activista y académica. Especialista en seguridad pública, derechos humanos, prevención de la violencia y políticas públicas. Actualmente realiza una Estancia Posdoctoral Académica en la BUAP otorgada por CONAHCYT y actualmente es Regidora de Seguridad y Justicia del H. Ayuntamiento de Puebla.