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Boomers digitales

Boomers digitales

Columnas viernes 07 de agosto de 2020 - 00:25

¿Realmente qué cambió?

Primero lo primero:

¿Qué significa ser Boomer?

Así nos bautizaron los méndigos Millennials y los generación Z. Palabras más, palabras menos significa, ante sus ojos, “ser ruco”.

En colaboraciones anteriores hablábamos de los Nativos Digitales y los Migrantes Digitales (nosotros somos los migrantes recuerden).

Hablábamos de las virtudes de cada uno, de sus fortalezas y sus áreas de oportunidad. Pasado el período de incertidumbre (digamos que salimos de la cueva después de hibernar), lo que hemos detectado en la agencia en estos últimos meses es que los clientes Boomers tienen muchas ganas de volverse digitales.

Esta es la mejor noticia que podemos tener como consultores. Clientes que no entienden a la perfección este nuevo mundo, pero que entienden que o se adaptan o simplemente desaparecerán ante la oferta online.

Nuestro reto como asesores en el tema es tomarlos de la mano, entender sus objetivos, adaptarlos a esta nueva circunstancia y ejecutar sus proyectos en tiempo y forma.

Este proceso así contado suena fácil, ¿verdad? Es todo un reto porque no tan sólo es el dueño o el empresario en turno el que debe modificar su cerebro racional, sino todo su equipo de trabajo desde gerentes hasta los empleados de piso los que deben de cambiar sus procesos y ser empáticos con el seguimiento a cuentas, elevar sus conocimientos digitales y trabajar en su nuevo tono de comunicación.

Ese es el mayor de los retos: que esta nueva cultura digital permeé en toda la organización.

Seamos honestos, esta evolución se ha dado siempre y en cualquier contexto mundial, es decir, el pretexto de hoy es el Covid-19, la pandemia y el confinamiento, pero si no era ese bicho era algún otro o alguna otra cosa.

Si no era la revolución industrial, era el renacimiento y si no el descubrimiento del fuego, de la pólvora, del
Internet, etc. Échale creatividad y memoria y verás que este proceso se ha dado siempre. Aquí la única variable distinta es que fue de madrazo y en vez de que el proceso dudara años — incluso algunas adaptaciones han durado siglos— esto fue en días (ciento veinte días para ser exactos).

Tenemos muchos clientes que estaban acostumbrados a tener en sus oficinas a sus vendedores haciendo llamadas y yendo a tocar de puerta en puerta. Ahora con la pandemia y el encierro las ventas se han realizado a través de pauta digital y los Inbox en sus distintas redes se ha disparado al cielo. El problema que estamos detectando es que este seguimiento digital no es tan eficiente.

Para finalizar vuelvo a citar a Andrés Oppenheimer y su delicioso libro Sálvese quien pueda, en el que describe a la perfección los distintos trabajos o servicios que están destinados a la extinción (literal) en aras de la evolución humana.

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/CR

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