Así se construye un crucero

Del mismo modo que causa admiración y sorpresa ver volar una enorme aeronave, sucede con las grandes embarcaciones, pues la simple idea de pensar en que miles de toneladas pueden surcar los mares sin hundirse, es de respeto, pues también son auténticas maravillas de la ingeniería.

Aquellos tiempos en los que el Titanic era considerado el Rey quedaron muy lejos, pues ahora existen naves ahora como el Icon of the Seas o el Wonder og the Seas el, pero ¿cómo se construyen? A partir de módulos, como si fueran Legos, y con mucho dinero.

Los cruceros no sólo son enormes, sino que están repletos de camarotes, restaurantes y todas las amenidades que podamos imaginar. La construcción de uno de estos barcos es tediosa y puede tomar más de dos años desde que inicia el proceso hasta que toca por primera vez el agua, y presupuestos que fácilmente superan los dos mil millones de dólares.

En esta ocasión y para entender cómo es que se da vida a un crucero, tomaremos como ejemplo el AIDAnova, construido por el astillero alemán Meyer Werft. Se trata de un crucero de 337 metros de largo, que puede albergar hasta 6 mil 600 pasajeros.

Lo primero que vemos es el trabajo en los enormes motores V16, así como el montaje por segmentos de la parte inferior del casco. Poco a poco van componiendo la base del barco, compuesta por la quilla y el casco, uniendo con soldaduras cada uno de los segmentos.

En una de las zonas centrales hay espacio para acomodar enormes cilindros, que funcionan como tanques de combustible. Con grúas imponentes, similares a las que se utilizan para descargar los gigantes buques portacontenedores, se colocan en su lugar, tanto los motores como los tanques. Cuando están en su lugar, se coloca otra pieza superior, que los cubre completamente y sobre la que se empiezan a montar los camarotes y estancias del barco.

Antes de pintar, se pulen las soldaduras, para eliminar imperfecciones, mientras que la parte inferior del casco es tratada con una pintura especial, que dificulta que organismos marinos se adhieran a la misma.

Este primer paso se hace en un astillero y luego se transporta el casco al astillero en el que se colocarán el resto de piezas.

Cuando la plataforma con los depósitos y todas las partes internas del barco llegan al nuevo astillero, las grúas comienzan a bajar todas las partes visibles del barco poco a poco y colocándolas en su lugar. Son módulos previamente construidos y soldados, que se van uniendo y apilando sobre el casco.

Es en ese momento en el que los operadores van realizando el trabajo de soldadura, en un proceso extremadamente curioso de ver, ya que es como si cortaran segmentos de un rascacielos y los fueran uniendo en una estructura horizontal.

Cuando ese trabajo está terminado, todavía faltan partes por añadir, pero como son barcos tan largos, hay que hacerlo por partes. En este astillero hay que sacar el segmento ya construido, que corresponde a la parte trasera, para dejar espacio a otra gran plataforma, que está llegando desde el primer astillero, con el segmento correspondiente a la parte delantera. Repiten el proceso y, cuando está listo, el primer segmento y el segundo están preparados para unirse. Tienen que nivelar ambos y soldarlos.

En ese momento se une la proa y la popa del casco, y se terminan de añadir algunos módulos que van montados tanto en la parte delantera como trasera del buque. Lo siguiente es pintarlo con el nombre y detalles adecuados, pero aún quedan los dos pasos más importantes del proceso.

En este punto, visualmente el barco ya está listo, pero quedan los pasos fundamentales. Aparte de las pruebas básicas de maquinaria, velocidad y comprobar que la parte del casco que queda sumergida está bien tratada, es el momento de la botadura, es decir, arrojarlo al mar.

Este proceso se puede hacer de tres maneras: deslizando desde el astillero el barco terminado al mar; tirándolo lateralmente al agua o, como en este caso y el común en los cruceros, llenando el dique seco. En este tipo de botadura, se permite la entrada de agua al recinto en el que se estaba montando el barco.

Es entonces cuando se comprueba si flota, si hay entradas de agua y, si todo funciona como debe, se produce la gran inauguración, que en el caso de estos colosos marinos suele significar una fiesta pública, para celebrar que el proceso de dos años terminó.

Como datos curiosos, en los bares y restaurantes de los cruceros se pueden consumir mil 700 kilos de pasta, 850 kilos de café, 2 mil 900 kilos de distintas cremas heladas, 3 mil 300 kilos de queso y 10 mil 500 kilos de carne en una semana. En el Royal Caribbean se cocina para 4 mil comensales, pero en los cruceros más grandes del mundo se preparan 30 mil comidas por día.

Por otro lado, un crucero grande puede consumir hasta 250 toneladas de combustible por día, lo que equivale a más de 80 mil galones. Los cruceros más pequeños suelen consumir entre 140 y 150 toneladas diarias.

El motor de un crucero normal cuenta con el equivalente a 50 mil caballos de potencia en promedio y alcanzan hasta los 109 mil, para mover las 133 mil toneladas que puede llegar a pesar, a una velocidad promedio de 50 km/h.

Casi todos los cruceros actuales cuentan con un sistema de propulsión diésel-eléctrico. En estos barcos, los motores principales no están conectados a ejes de hélice, sino directamente a grandes generadores para producir electricidad, que a su vez se envía a motores eléctricos que impulsan y ayudan a girar las hélices.

La principal ventaja de los sistemas de motores diésel-eléctricos para cruceros es la eficiencia, ya que permiten que los motores principales funcionen cerca de la velocidad más eficiente, independiente de la velocidad a la que el barco se desplace.