A 6 años de Ayotzinapa, la fe no se desgasta

Columnas martes 22 de septiembre de 2020 - 22:35

Aún recuerdo hace seis años la noticia de los normalistas desaparecidos. No podía creer en realidad que estuviera sucediendo.

La idea de que un autobús con más de 40 jóvenes hubiera desaparecido sin dejar rastro era algo increíble.

Además, con este hecho también llegaron todos los retazos de información y noticias aún más desgarradoras: el asesinato de uno de los normalistas de la forma más espeluznante, a quien literalmente le quitaron la piel del rostro, un joven padre que no pasaba de los 25 años de edad.

Después llegaron las protestas, los activistas se unieron para exigir respuestas, mientras que el gobierno de aquel entonces protagonizado por Enrique Peña no solo se mostró ineficiente y con una gran lentitud, sino que durante todo el resto de su administración minimizó el hecho que tuvo un eco internacional.

Desde hace seis años, los padres de los 43 normalistas desaparecidos siguen unidos en una lucha intensa y diaria en busca de sus hijos, pues saben que nadie más va a hacer nada al respecto, incluso, los peritos internacionales que fueron designados a este caso al mismo tiempo fueron relevados debido a que los resultados que estaban dando no cuadraba con la versión oficial que se quería establecer.

Desde el principio todo ha tenido matices inciertos y han salido a la luz demasiadas hipótesis, incluso hay documentales que narran información muy veraz y de gran importancia para las investigaciones judiciales.

A seis años de este crimen atroz, los padres de los 43 y cientos de activistas siguen presionando al gobierno de López Obrador para tener una investigación eficaz y, sobre todo, para saber qué fue de los estudiantes que tenían comoúnica misión el ser profesores de sus comunidades rurales.

Sus acciones radicales muchas veces no son vistas de forma positiva, incluso se les ha criminalizado, pero lo único que podría decir es que son jóvenes con ganas de ser alguien en este país. Con limitaciones sociales y económicas, son estudiantes que buscan de una u otra forma (legal o ilegal) llegar a tener presupuesto para sus actividades escolares, para su estancia en las Normales rurales y formar a las comunidades.

Sin embargo, cada día están más en vilo este tipo de escuelas rurales, incluso el actual gobierno reducirá el próximo año el presupuesto para las Normales en más de 90 por ciento, situación preocupante e indignante teniendo en cuenta la situación económica en la que de por sí ya se encuentran.

Pero, no cabe duda que cientos de jóvenes seguirán presionando y exigiendo mejores soluciones a esta problemática, así como no me cabe duda que también seguirán sintiendo empatía por los padres que, a más seis años de la desaparición de sus hijos, tienen la fe de encontrar respuestas, además de llevar a los responsables hasta las últimas consecuencias.

En este país de la utopía, pero también de la realidad escalofriante queda esperar y no seguir generando odio por ciertos grupos sociales que lo único que buscan es un por qué de todo lo inexplicable. A seis años recuerdo a los normalistas, recuerdo que fui estudiante con privilegios pero que hay muchos que no los tienen y que aun así trabajan en contra de la sociedad para lograrlos.