Maestros y la educación Parte II

Tendríamos por comenzar por darles el valor que tienen, pues son la base del desarrollo de nuestra sociedad, desde el inicio de los tiempos.

Muchos se tienen que trasladar hasta cuatro o cinco horas de distancia para poder dar sus clases, o salen de sus comunidades los lunes, para regresar a casa con su familia hasta el viernes. Son esfuerzos pocas veces tomados en cuenta.

Hablamos de los maestros rurales, los maestros de zonas conurbadas y de maestros de la misma capital, quienes con un sueldo menos que honorable, cuidan su trabajo en honor a su responsabilidad, pero por necesidad, tienen que ocupar su “tiempo libre” para dedicarse a otra cosa que les permita sumar en el sostén de hogar.

Son esos maestros, quienes día a día comparten conocimientos, enseñan un método para resolver problemas, ayudan a estrucurar el pensamiento de nuestros hijos, que con su ejemplo y el de la familia, van moldeando la mente de nuestros niños y niñas, ayudándoles a desarrollar sus habilidades.

Son ellos quienes regularmente se dedican a enseñar por amor a su vocación, y que muchas veces como sociedad no generamos empatía suficiente por su trabajo, mucho menos otorgamos el reconocimiento y apoyo que se merecen.

¿Sabes cuánto tiempo destina un maestro a preparar sus clases, a calificar exámenes o a actualizar sus conocimientos? No basta con tener conocimientos, deben saber enseñar con la palabra y con el ejemplo.

No sólo aportan saber, igualmente motivan y ayudan a fortalecer el carácter de sus alumnos.

Es necesario hacer equipo con los maestros, entendiendo que nuestros hijos necesitan formación, que debe darse con disciplina, con mano respetuosa, pero firme y responsable.

¿Crees entonces que deberíamos regresarle la autoridad que tenía antes, permitiéndoles cumplir con su trabajo como formador, sin que por esto reacaiga en ellos la responsabilidad que tenemos como padres de educar?

Si tomamos en cuenta que en nuestro estado, el gobernador Luis Miguel Barbosa Huerta, acertadamente decidió continuar trabajando con el modelo de educación de tiempo completo, nuestros niños y niñas pasan cada vez más tiempo en las escuelas; la hiperconectividad que viven muchos de nuestros niños, se suma a la cada vez mayor necesidad de trabajar de ambos progenitores; Hoy más que nunca, debemos valorar y fortalecer el trabajo de las y los maestros.

Desde el hogar se siembra la primera semilla, en la escuela se abona de manera gentil con letras, se cultiva con números y cada día que pasan en el salón de clases, se va regando con la historia, para que de la mano de la cultura y del arte, poco a poco vayan floreciendo.

Gracias maestros por enseñar, inspirar y ayudar a nuestras hijas e hijos a crecer. Es menester nuestro inculcar hábitos y valores, para entonces sí, llamarla “educación”.